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Participación

La Memetodología: cómo El Surtidor aborda la participación de su audiencia

En El Surti, la participación significativa de la audiencia está incorporada en nuestra cultura. Hemos experimentado con múltiples canales para lograrlo: desde WhatsApp para distribución y retroalimentación, hasta Discourse para foros sobre cambio climático, y formaciones en línea sobre desinformación. 

 No todas las herramientas o iniciativas lograron escalar. Cuando WhatsApp implementó restricciones más estrictas para los envíos masivos, la distribución se volvió muy demandante. Y, a medida que pasó la pandemia, las audiencias comenzaron a buscar conexiones presenciales más que espacios digitales de discusión. 

Hemos aprendido que las formas de participación más significativas son presenciales: nuestras mingas informativas (sesiones colaborativas de investigación) y las presentaciones estilo cabildo son las que generan mejores resultados. 

 El siguiente diagrama ilustra cómo estructuramos nuestro trabajo de difusión: no solo para alcanzar a la gente, sino para relacionarnos. 

Gráfico de cuadrantes titulado “Más allá de la distribución por vistas: cómo El Surtidor construye plataformas para una difusión intencionada”.

Presenta cuatro tipos de plataformas:

Promoción: perfiles en redes sociales, contactos de WhatsApp

Información: redes sociales, sitio web, revistas impresas, YouTube

Participación: comentarios, eventos, foros, formaciones

Activación cívica: cabildos, reuniones con actores clave, grupos de WhatsApp

Ya sea en lo digital o en lo presencial, no podemos imaginar una relación con nuestra audiencia que no haga espacio para la conversación. En El Surti, la participación es parte de nuestra identidad y un motor central del impacto. Un ejemplo de ello surge de nuestro trabajo sobre desinformación durante las elecciones generales de Paraguay en 2023. 

El equipo anticipó que la desinformación podría convertirse en un problema importante. Ya lo había sido durante las internas de los partidos. Como la única operación de verificación de datos del país, decidimos dedicar todos nuestros recursos a monitorearla. Esa decisión resultó ser crucial. 

Después de meses de trabajo y análisis, identificamos una red coordinada de perfiles en redes sociales y medios oficialistas que difundían narrativas falsas sobre candidatos de la oposición. Su mensaje se divulgaba muchas veces a través de publicidad paga, eludiendo con facilidad las regulaciones del financiamiento electoral. 

Una vez que reunimos las pruebas, nos preguntamos: ¿quién necesita entender esto con mayor urgencia? Identificamos a actores clave que influyen el debate público y las políticas: funcionarios públicos, investigadores, especialistas en políticas públicas, representantes de la sociedad civil y colegas preocupados por la desinformación. Algunos ya se habían acercado a nosotras y nosotros buscando  entender, tras ser víctimas de campañas maliciosas. Intuían lo que estaba en juego, pero a menudo no sabían cómo responder de forma eficaz. 

Algunos también subestimaban el problema, sin darse cuenta de cómo la publicidad digital sin control podía distorsionar profundamente el debate político. Otros reaccionaban con pánico moral, pidiendo regulaciones que podrían causar más daño que bien. Vimos una oportunidad para generar conciencia y fomentar una comprensión más profunda – no desde el alarmismo, sino desde la claridad. 

Reunimos los hallazgos en un libro y lo lanzamos en un evento por invitación. ¿Por qué un libro? Porque, en este caso, el medio también era el mensaje. A diferencia del entorno digital que habíamos monitoreado durante meses, el libro exigía atención, e invitaba a la reflexión y la interpretación. 

También transmitía seriedad. Un libro eleva el valor percibido del periodismo entre tomadores de decisiones y actores clave. Y, lo más importante, distribuirlo significó crear un momento de conexión presencial. 

El lanzamiento fue un éxito en términos de participación e impacto. La asistencia superó las expectativas, con más de 100 asistentes. Compartieron fotos del evento y capturas con hallazgos del libro en sus redes sociales. El equipo recibió una ola de mensajes de felicitación.  


La respuesta fue más allá de los “me gusta” y las republicaciones. Nuestros hallazgos fueron citados en entrevistas públicas, debates parlamentarios e incluso en un borrador de declaración parlamentaria. El presidente del Tribunal Superior de Justicia Electoral elogió públicamente el trabajo y lo mencionó durante un seminario sobre transparencia electoral. 

Desde entonces, nuestro perfil ha crecido en círculos técnicos y de formulación de políticas. Hemos sido invitadas e invitados a participar en programas de televisión, seminarios nacionales e internacionales y a ofrecer formaciones sobre desinformación. 

Esto nunca fue solo el lanzamiento de un libro. Fue una plataforma de validación: de nuestro periodismo, de nuestro enfoque y de nuestro compromiso a largo plazo con la democracia. También fue un espacio de diálogo, donde actores clave encontraron puntos en común en torno a una preocupación compartida por la integridad del debate público.