El potencial de recuperar valor a través de la construcción de comunidad
En las conversaciones sobre cómo está cambiando el consumo de noticias, a menudo se pasa por alto la pérdida de los rituales colectivos que solían acompañarlo. En Paraguay, los diarios llegaban cada domingo y se leían y compartían en familia. Lo que aparecía en sus páginas pasaba a formar parte de las conversaciones durante las horas libres del fin de semana. Hasta hoy, el diario impreso sigue siendo un objeto que asocio con las reuniones familiares. Seguro que muchos podrán entender.
Hoy, esos momentos compartidos son más difíciles de encontrar. Los teléfonos y las plataformas nos arrastran hacia nuestros propios feeds, guiados por algoritmos que saben lo que nos gusta, pero no lo que compartimos. El periodismo se volvió una experiencia solitaria. Los hábitos informativos que antes reunían a las personas – para conversar, discutir o reírse de un titular – fueron desapareciendo en silencio. Creo que hay una oportunidad de reconstruirlos.
Si bien la web en sus orígenes permitió niveles de intercambio de información sin precedentes – y posibilitó la existencia de medios como el nuestro – , el auge de las plataformas algorítmicas tuvo su costo. Algunos de los roles de la comunicación se fueron debilitando. James W. Carey analizó uno de esos roles en un ensayo de 1989, donde distingue entre la comunicación como transmisión de información y la comunicación como ritual: 32
En una definición ritual, la comunicación se vincula con términos como compartir, participación, asociación, compañerismo y la posesión de una fe común. Esta definición aprovecha la identidad antigua y las raíces compartidas de las palabras comunalidad, comunión, comunidad y comunicación
Lo que Carey estaba diciendo es que las personas no se comunican solo para transmitir información; lo hacen para reconocerse mutuamente y dar forma a la sociedad en conjunto. Hizo un llamado a ir más allá de un enfoque meramente instrumental y reconstruir la comunicación como algo con “valor restaurativo”.
El periodismo centrado en el contenido adopta un enfoque limitado, que sigue entregando noticias como información: lo opuesto a lo que proponía Carey.
Esto se evidencia con claridad en la tendencia hacia contenidos más personalizados. La intención (responder a las necesidades del usuario) es comprensible. Pero en el proceso, podemos perder los puntos de encuentro donde comienzan las conversaciones que construyen sentido común. Nos hemos alejado aún más hacia experiencias individualizadas, profundizando el aislamiento y la desconexión ya agudizados por la pandemia.33
Lo que falta es rehabilitar la dimensión compartida del procesamiento y aprendizaje de la información. El periodismo puede – y debe – ayudar a reconstruir esa capa de entendimiento común y valores cívicos que sostiene la vida pública y la democracia.
Las investigaciones sobre medios también suelen tratar a las audiencias como entidades aisladas. En un estudio de 2014 sobre cómo medir el impacto mediático, Philip Napoli observó que la mayoría de las investigaciones tienen una fuerte orientación micro: “La unidad de análisis suele ser el usuario individual de medios”.34
Pero como señaló Napoli, sabemos que las noticias también pueden impactar en comunidades, procesos y sistemas. Ese tipo de impacto colectivo a nivel macro no ocurre de la noche a la mañana. Surge de forma lenta, a través de muchos puntos de contacto y actores. Es un recorrido colectivo, no el de un usuario aislado.
³² Carey, J. (2008). Communication as Culture, Revised Edition: Essays on Media and Society. Taylor & Francis Group.
³³ The University of Edinburgh. (2024). Anxiety and depression due to the pandemic could remain for years. Retrieved from https://genscot.ed.ac.uk/our-impact/latest-results/pandemic-mental-health
³⁴ Napoli, P. (2014). Measuring media impact. An overview of the field. The Lear Center.